"Un sueño revela el poder sanador del amor de Dios"
¿Alguna vez has tenido una experiencia tan excepcional que dudaste en compartirla con otros que tal vez no la creerían? A mediados de los 70, trabajaba para una empresa de Knoxville, vendiendo a supermercados, campings, etc. Mi ruta solía llevarme a Chattanooga, donde vivía uno de mis clientes, que era cristiano. Solíamos compartir nuestras opiniones y testimonios. Un día, después de que me contara una hermosa experiencia espiritual, sin pensarlo, dije: "¡Guau! ¿Es real?". Al instante, se dio la vuelta y dijo con aspereza: "No comparto esto con todo el mundo porque sé que no lo creerán, ¡pero pensé que tú sí!". Pero estábamos bien; me disculpé y le expliqué que era solo una reacción y que no dudaba de su palabra. El siguiente artículo trata sobre una visión que he compartido solo con unos pocos que pensé que creerían. El poder sanador del amor de Dios. En 1996, durante una situación increíblemente estresante, mi vida personal y familiar se derrumbaba, y parecía que no había nada que pudiera hacer. Estaba deprimido y Satanás me provocaba repetidamente con sugerencias de autolesión. Sabía que era un mentiroso, pero siempre ataca nuestros puntos más débiles. Incluso mis seres queridos desconocían que había pasado por uno de los peores momentos de mi vida. Nuestros problemas y dificultades siempre parecen peores de noche, ¿no? Una noche, de madrugada, despierto y apoyado en la almohada, sufriendo lo que ahora sé que fue otro brutal ataque satánico, ocurrió algo que cambió mi vida para siempre. Mi visión: De repente, estaba sentado al volante de un camión grande; había sufrido un accidente y todo a mi alrededor estaba hecho pedazos. El parabrisas había desaparecido, cristales rotos y grandes trozos de metal afilado colgaban del techo, esparcidos por todas partes. Al observar mi cuerpo herido, pensé: «¡Debí haber sufrido un accidente fatal!». Justo entonces, un hombre de aspecto amable y bien vestido abrió con calma la puerta del pasajero destrozada y se acercó al camión. Metiendo la mano entre los escombros, me tomó de la mano y, milagrosamente, atravesé el metal retorcido, el vidrio y el material destrozado, y salí por la puerta del copiloto hasta el suelo. Al salir, me di cuenta de lo bien que me sentía: sin dolores ni molestias, ni depresión. ¡Me sentía increíblemente bien! Empezamos a caminar y, tras unos 50 metros, vi lo que solo podría describirse como un lugar o una abertura. Lo que vi/experimenté dentro no se puede describir con palabras, pero lo intentaré. A medida que nos acercábamos, percibí una belleza indescriptible; colores que nunca había visto y una música que irradiaba belleza, paz y sanación. Aún más intensas eran las sensaciones penetrantes de alegría, aceptación total y bienestar. Los poderes curativos emocionales y espirituales superaban lo que creía posible. Me quedé como pegado al suelo, mientras me inundaban repetidamente oleadas de maravillosas sensaciones de sanación, amor y aceptación total, incapaz de moverme. Estoy convencido de que solo pudo haber sido un atisbo del Cielo. El poder fue tan penetrante y extremo que no creo que si hubiera ocurrido fuera de la visión, hubiera podido permanecer de pie. No sé cuánto tiempo estuvimos allí, pero quizá solo unos minutos cuando mi amigo me indicó que era hora de irnos. Caminamos en silencio de vuelta a la parte delantera del camión destrozado. Entonces, tan rápido como comenzó la visión, terminó, y me encontré de nuevo sentado en la cama, despierto. Pero las sensaciones persistieron. Temblaba mientras mi corazón latía con fuerza, y la belleza y la euforia de la visión se repetían en mi mente. Sabía sin duda que esto venía de Dios; no podía haber sido de otra manera. Repito, no puedo expresarlo con palabras, pero fue tan poderoso que habría sufrido un accidente de camión real e incluso la muerte para tener esta experiencia de nuevo. Mientras estaba sentado allí buscando comprensión, y preguntándome en voz alta, pregunté: "¿Significa esto que voy a perder la vida en un terrible accidente?". Entonces, una poderosa y reconfortante voz espiritual respondió de inmediato: "No, solo quería que supieras que te amo y que experimentaras el poder sanador de mi amor". Sané al instante y para siempre, y mis días volvieron a ser placenteros. Aunque era invierno y estaba en el norte de Estados Unidos, caminaba por la nieve haciendo negocios tarareando o silbando, y nada podía causarme la más mínima preocupación. Los problemas en mi vida no cambiaron, pero yo sí. Las cosas que me angustiaban sucedieron de todos modos, pero estaba bien porque este milagro de Dios me había traído sanidad total. Dios me sanó y me sacó de la más miserable de las situaciones.¡Un momento inolvidable en mi vida! Fue un milagro que me trajo sanidad, alegría y esperanza para el futuro, y sobre todo, una renovada confianza en Dios. Reía y conversaba con mis compañeros de trabajo de nuevo. No les comenté mi experiencia porque algunos no eran cristianos y me preocupaba que no la comprendieran. Fue tan preciosa y poderosa que no quería arriesgarme a que alguien no creyera. Este milagro fue una muestra del amor de Dios, y me ayudó más que un montón de pastillas. Fue solo una pequeña muestra del poder sanador del amor de Dios, pero sigue siendo una de las experiencias más hermosas de mi vida. La visita del apóstol Pablo al cielo y las cosas que vio y experimentó fueron tan maravillosas que Dios no le permitió hablar de ellas. Pablo quedó tan cautivado por su gloriosa visita que la única razón por la que regresó voluntariamente a la tierra fue para completar el mensaje de Dios al mundo. Veinticinco años después. Veinticinco años después, todavía recuerdo esa experiencia con detalle, pero solo ahora puedo comprender cuánto cambió mi vida. Esta visión, y algunas otras, son las principales responsables del establecimiento de este ministerio y sitio web. Nunca más volveré a dudar de la realidad de Dios ni a cuestionarme su poder sanador, y me ha dado fe en las innumerables veces que he orado con otros. Ahora, cuando los problemas y la depresión intentan regresar, solo necesito recordar esa visión y el poder sanador regresa. No importa cuán desalentadoras se pongan las cosas o cuán difíciles sean las circunstancias, recuerda que nada es imposible para Dios; el poder sanador de su amor es suficiente para superarlos todos. Samuel Mills